La transición global hacia la energía renovable para garantizar el camino a una economía baja en carbono requiere el suministro de minerales esenciales como el níquel, cobalto, cobre, molibdeno y litio. Estos minerales son cada vez más difícil y costosos de obtener en superficie, por lo que, y debido a las grandes reservas que posee, el fondo marino surge como alternativa para satisfacer la demanda proyectada y alcanzar los objetivos del Acuerdo de Paris (COP21) establecidos para 2050.
Los recursos minerales del fondo del océano se encuentran en tres tipos principales, correspondientes a: a) nódulos polimetálicos, los que oscilan entre 1 y 12 cm de tamaño, y se encuentran en las llanuras abisales entre los 3.500 y 6.500 metros de profundidad; 2) los sulfuros masivos son depósitos asociados con respiraderos hidrotermales activos e inactivos a lo largo de las dorsales oceánicas, y se encuentran a una profundidad de 1.000 y 4.000 metros; y 3) costras de ferromanganeso son concreciones minerales polimetálicas que se encuentran a profundidades que van desde los 400 hasta los 7.000 metros en las laderas y cumbres de los montes submarinos.
Fuente: ISA, 2021
Cada día que pasa, la presión por parte de gobiernos y empresas para que la explotación del fondo marino inicie aumenta. En junio del 2021, el gobierno de Naurú informó a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) la intención de explotar el fondo marino de la zona Clarion-Clipperton, una extensión del Pacífico Norte entre Hawái y México. Esta declaración se enmarca en la regla de los dos años establecida por la Organización de Naciones Unidas (ONU), la cual consiste en que, si luego de este periodo, la ISA no cuenta con un reglamento, Nauru, a través de Nauru Ocean Resources Inc., subsidiaria de The Metals Company (hasta hace poco conocida como DeepGreenMetals), puede comenzar a explotar el lecho marino de las aguas internacionales.
Fuente: Nautilus Minerals, 2021
En este escenario, y ante el eventual inicio de actividades mineras submarinas de profundidad, los gobiernos, pero también, diferentes grupos científicos y organizaciones no gubernamentales han expresado los alcances multidimensionales que podría tener esta industria extractiva. Es así como en la II Conferencia de los Océanos de la ONU en Lisboa en 2022, la República de Palaos lanzó una Alianza para pedir una ampliación del tiempo concedido a la minería submarina, con la colaboración de la Coalición para la Conservación de las Aguas Profundas y a la que se unieron de inmediato Islas Fiji y Samoa. Por su parte, el gobierno de Chile también pidió una moratoria de 15 años para obtener más evidencia y certidumbre científica. Sin embargo, en septiembre del 2022 la ISA autorizó la explotación del fondo marino de la Zona Clarion Clipperton en el Océano Pacífico, con el objetivo de tener mayor certeza sobre los impactos de esta actividad extractiva. Meses después, en enero de 2023, la ISA comunica que, a partir de julio 2023 aceptará recibir solicitudes de explotación del fondo del mar.
La alerta es mayor ante el inicio de la explotación del fondo de océano. La evidencia científica al respecto plantea la existencia de riesgos para la biodiversidad y los ecosistemas, impactos sociales, tensiones con comunidades indígenas referidas a los lazos culturales y espirituales que tienen naciones insulares con el mar, y también, concepciones que abordan el derecho propio del océano y la naturaleza. Ya en 1974 Hammond planteaba la incertidumbre de explotar el fondo marino en términos económicos, ambientales y aspectos legales del mar y los océanos. A inicios del presente siglo, Glasby retoma la discusión sobre la explotación del fondo marino y su viabilidad en términos económicos. En los últimos años, un creciente número de investigaciones abordan los efectos de la extracción de minerales del fondo oceánico como, por ejemplo, los riesgos para la biodiversidad, los ecosistemas y los servicios relacionados; impactos sociales, tensiones con comunidades indígenas, lazos culturales y espirituales que tienen naciones insulares con el mar, y otras aproximaciones referidas al derecho propio del océano y la naturaleza.
En los últimos días, se ha publicado un estudio que recopila todos los registros de las expediciones realizadas en la Zona Clarión Clipperton en el Océano Pacífico, creando un listado de 5.578 especies diferentes, de las cuales se estima que entre el 88% y el 92% nunca se habían visto.
Fuente: Smith y Amon, 2023
Bajo este escenario, estamos ad-portas del inicio de la minería submarina de profundidad. Todo parece indicar que, una vez más, la explotación de los recursos mineros tendrá lugar en los próximos meses, pero esta vez, con un fin mayor, la tan deseada transición energética hacia energías renovables, todo ello bajo el amparo de la sostenibilidad y el cumplimiento de metas para contrarrestar la crisis climática que vivimos. ¿Qué opinas? ¿crees que la minería submarina de profundidad podría beneficiarnos o perjudicar aún más la vida en nuestro planeta?
Área de Medio Ambiente,
Colegio Poeta Rubén Darío