Hoy 26 de marzo se celebra a nivel global el Día Mundial del Clima, con el objetivo de generar conciencia y sensibilizar a las personas sobre la importancia e influencia del clima, así como el impacto de las acciones humanas en la variación climática.
El escenario del cambio climático ya es un hecho, afectando de manera progresiva el hábitat de las personas a nivel global. Ello, ya que, en la actualidad cerca de más de la mitad de la población mundial vive y realiza sus actividades en ciudades y se espera que para el año 2050, la población urbana en el mundo alcance un 68,7% de la población total (ONU, 2009). Así, las ciudades y su población, se encuentran altamente expuestas a sus efectos, configurando actualmente una situación compleja para la vida al interior de éstas y que, en virtud de las proyecciones realizadas,
la situación podría ser aún más crítica en los próximos años (Tebaldi et al, 2006).
En nuestro país, la población urbana a nivel nacional alcanza un 87,8% (CENSO, 2017) y se estima que para el año 2050 la población urbana del país alcance un 94,2% (ONU, 2009). Tal proceso de urbanización y expansión de las ciudades, ha significado la modificación y transformación del espacio urbano (Romero et al, 2007), siendo una de las más evidentes la pérdida y reemplazo de coberturas de suelos naturales y agrícolas por coberturas de suelos urbanos, generando diversos impactos negativos sobre el medio ambiente urbano y en los servicios ambientales preexistentes
(Romero et al, 2001; Pauleit et al, 2003; Smith, 2007).
Tales modificaciones se evidencian claramente en la ciudad de Santiago, con perturbaciones dramáticas e irreversibles sobre las condiciones climáticas existentes, generando según lo que indica la evidencia científica al respecto, la conformación de un clima urbano que se ve representado en la variación de las condiciones atmosféricas presentes al interior de la ciudad, tales como; la insolación, precipitación, velocidad del viento, calidad del aire, temperatura y humedad del aire, entre otros (Peña & Romero, 2005; Correa et al, 2010).
Una de las variaciones más evidentes corresponde al aumento de la temperatura del aire en el espacio urbano, en relación al entorno rural inmediato que lo rodea, alcanzando diferencias entre los 2°C y 8°C más elevadas para el espacio urbano. Tal fenómeno se denomina y es conocido como efecto de Isla de Calor Urbana (ICU) (Oke, 1987; Romero et al, 2010), y su manifestación en Santiago se caracteriza por altas temperaturas en sectores como Ñuñoa, La Pintana, Quinta Normal y Maipú, atribuyendo como causas de ello la falta de áreas verdes, la materialidad de las
construcciones y la altura – densidad de las edificaciones, entre otras.
Esperamos que este artículo haya entregado información relevante para la comprensión de la compleja situación en la que nos encontramos como sociedad y también, para la habitabilidad de las personas en las ciudades, en este caso, Santiago.
Área de Medio Ambiente, Convivencia Escolar,
Colegio Poeta Rubén Darío